Una enfermera con artritis reumatoide.

Ella estudió enfermería, tiene poco tiempo que se graduó, ya había estado trabajando en clínica pero dejó su empleo. Llegó a CIATEB por la recomendación de su tío, quien a nosotros nos pidió que viéramos si podíamos ayudarla porque ella se había querido suicidar y que tenía una enorme depresión.

Reconozco que me encanta recibir a personas que han estudiado medicina en cualquiera de sus especialidades así que con mucho gusto acepté la fotografía de esta joven para diagnóstico (para entender esto les recomiendo leer "La ventaja de usar tecnología en el estudio y diagnóstico de Trastornos Emocionales"). Lo primero que me sorprendió fue que en la imagen no aparecía ninguna depresión ni tampoco alguna violación, que son los principales traumas que motivan el suicidio. En cambio lo que aparecía era una neuropatía, enojos y la intoxicación del abdomen por culpa de esta acumulación de enojos, que si bien ocasionan problemas no los tenemos registrados como causantes de intentos de suicidio (para tener una lista de los problemas posibles leer "Los riesgos de permanecer siempre enojado.") 

Supusimos que había un problema en la fotografía, alguna interferencia magnética ambiental o algún problema al tomar la foto que hubiera ocultado la depresión o la violación, al final de cuentas esta parte es tecnología en desarrollo. Le comentamos a la joven enfermera lo que nos aparecía en la imagen y sorpresivamente nos pidió que la recibiéramos.

Más allá de contar la sorpresa mostrada por ella cuando una hora después de haber llegado podía brincar, podía sujetarse de un objeto con las manos, de verla feliz haciendo fuerza con los dedos que hasta un rato antes carecían de fuerza y los consideraba ella inútiles, voy a recalcar la razón del porqué del intento de suicidio; ella acababa de terminar la carrera cuando le fue diagnosticada su artritis y a pesar de consumir un inmunosupresor bastante caro los dedos se le volvieron tan torpes que al ver sus sueños profesionales truncados y sin esperanza prefirió tomar unas pastillas. Fueron sus dedos torpes los que la salvaron; el frasco de pastillas se le cayó y el ruido provocó que llegara un familiar a verla. El resto no tiene caso contarlo, está viva. De esta parte de la historia me enteré mientras ella me comentaba que los colores los veía más brillantes y el jardín olía a hierbas, y una hora antes no había detectado ese aroma.

Tiene dos semanas este caso. He seguido platicando con ella y se siente cada vez mejor, sus dedos van recuperando la movilidad, la fuerza, y toda ella también, además de que comenta que ya no se siente enojada todo el tiempo. Pero ahora plantea una duda, muy legítima; ¿qué hace con su medicamento, el inmunosupresor? Y la única respuesta que le puedo dar es que vaya con su doctor a que la revise, que le haga todas las pruebas necesarias, para que sea él quien diga si se requiere mantener la dosis, o si puede bajarla, o si ya no la necesita, pero que por nada del mundo vaya a alterar su medicación sin la opinión de su médico de cabecera. En las próximas dos semanas será esa revisión médica, de ocurrir algo interesante con respecto a la medicación, o la reacción de incredulidad o asombro del médico, se los contaré por aquí.

Si en algún momento alguien desea venir a aprender sobre esto comuníquese a CIATEB o conmigo, a través del blog, y será bien recibido, las puertas de CIATEB están abiertas para todo especialista de la salud o investigador que desee aprender o investigar sobre estos temas.

Y si quieren aprender más, antes de venir, pidan el libro "El Sistema Circulatorio Emocional" (disponible también en versión electrónica en Amazon).

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