Centro de Investigación para la Atención de Trastornos Emocionales y Biomagnéticos

El jueves 29 de abril tuve la oportunidad de participar en una charla sobre salud emocional y a partir de ahí me han preguntado si mi postura es porque yo no creo en los milagros como una opción para que las personas sanen de su alma, de su espíritu (porque quienes me lo preguntaron tienden a relacionar las emociones con la enfermedad del espíritu). Mi postura, como ingeniero, como científico, como ateo, es que no puedo negar que los milagros existen, aunque quizá nunca haya visto alguno, porque no puedo negar la existencia de algo sólo por desconocerlo, pero prefiero todo aquello que tenga un sustento científico, lo más técnico posible, en el que todo sea previsible, metódico, que dependa de la habilidad de un especialista o de la corriente eléctrica para conectar un aparato a que dependa de la voluntad de un ser todopoderoso, o una energía universal, al cual quizá no le caiga bien o esté ocupado en ese momento.  No voy a negar que durante la charla hubo varias experiencias que contar

Cuando se menciona que una persona padece una neuropatía de inmediato nos vienen a la cabeza dolores, deformaciones, problemas motrices, neuronas desmielizándose, daños en los nervios y muchas más cosas que para los que las sufren son parte de un infierno y cuyos placebos aceptados científica y mundialmente son drogas y terapias, dosis y dosis de drogas y horas y horas de terapias. Además, las neuropatías tienden a avanzar lentamente y cuando la persona se da cuenta de que la padece (cuando duelen los musculos, cuando se pierde la memoria, cuando ya no hay un buen control de los movimientos corporales, entre otros) la neuropatía ya ha avanzado enormemente. Para nosotros, descubrir que la gran mayoría de las neuropatías tienen su origen por un bloqueo del Centro de Transmisión de Emociones de la frente (es decir; son provocadas por una carga magnetoestática acumulativa que ocasiona cortos entre las neuronas y que, estos, a su vez, ocasionan deterioro orgánico) nos permitió empezar a ver