¿Cuánto tiempo debe durar un duelo por la pérdida de un ser amado?

Era muy chico cuando escuché por primera vez esta pregunta, tendría unos 8 años. Las respuestas que normalmente escuché iban de un año a dos años, aunque había quienes decían que se requería mucho más tiempo para superar una pérdida de un ser amado. Recuerdo que en esos entonces hubo una persona que respondió diciendo que más de unos meses ya era algo que iba a tener graves consecuencias en la salud de la persona; recuerdo que lo sustentaba en que la gente se enfermaba más, porque las personas tristes tienden a bajar las defensas de su cuerpo, y que cada enfermedad siempre iba dejando secuelas y minando la salud de alguna manera, y que esto era algo que había que evitar.

Si hoy día buscamos en internet veremos que el tiempo que se sigue considerando normal para un duelo es entre uno y dos años. Y si seguimos buscando veremos que la psicología ha identificado cinco etapas, o fases, que forman parte del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), fases que no tienen un tiempo definido y de las cuales se puede pasar de una a otra en cualquier momento, sin un guion predefinido. No ahondo en nada de esto porque es información común, aceptada y que no es nueva. Pero aquí viene la pregunta interesante; ¿este tiempo es el correcto para el organismo?

En CIATEB hemos visto que el tiempo promedio en el que se forma una trastorno emocional a partir de la gran acumulación de una emoción es de tres semanas. Llevado esto al caso de un duelo estoy hablando que si fallece un ser querido y tres semanas después seguimos llorando por esa persona es muy probable que se haya formado en nosotros un trastorno emocional, en este caso una depresión.

En el texto "¿Qué es, técnicamente, una depresión?" explico un poco más ampliamente algunos de los síntomas orgánicos que nos muestran que una depresión está formándose en nuestro organismo, con todo y los problemas crónicos y degenerativos que ella va a ocasionar, y que son muchos más y más fáciles de identificar que lo que encuentran en cualquier manual del duelo con sus cinco etapas (de hecho llegar a algunas de esas etapas significa que habrá un daño orgánico produciéndose -como que esté en riesgo de perderse la vesícula-, y yo creo que eso es algo que deberíamos evitar). Entonces ¿cómo superar la pérdida de un ser querido en tres semanas?

Hace un par de años platicaba esto con una gran amiga que tenía a su mamá con cáncer que presentaba metástasis y a quien le habían dado no más de dos semanas de vida, su mamá era la persona más importante en su familia, todo giraba en torno a ella. Por azares del destino, y de mi amiga de buscar opciones en todas partes, su mamá no falleció dos semanas después, falleció siete meses después, cuando ya había recuperado el habla, la alegría, mi amiga decía que su mamá había tenido un efecto de serpiente y había cambiado toda su piel y se veía radiante, llena de vida. Falleció de un infarto.

Yo le había contado a ella, cuando su madre aún estaba viva, que en mi experiencia había superado la muerte de mi madre haciendo chistes, hablándolo de inmediato y procurando recordar lo bueno y no pensando en que me hizo falta hacer algo (parafraseando a Joaquín Sabina; "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió"). Ella mencionaba que mi forma de ver la vida era muy distinta a la de ella y que eso me facilitaba actuar de esa manera, pero que ella no creía que pudiera ser tan fácil, de hecho ella mencionaba que no hay forma de que un duelo sea fácil y rápido de superar.  Ese día le dije que si su mamá fallecía y tres semanas después seguía llorando por ella me diera la oportunidad de extraerle la tristeza para que no se le formara la depresión (aunque en realidad yo ya sabía que ella padecía depresión desde mucho tiempo antes).

Falleció su mamá, y antes de que se cumpliera el mes me llamó para que la ayudara. Ella era abogada litigante y me comentó que ese mediodía lloró mientras escuchaba un caso de una cliente y que no quería seguir así. Curiosamente, la prospecto de cliente era psicóloga, y le ofreció ayudarla, e hicieron cita para diez días después. A CIATEB llegó ella, mi amiga, al día siguiente. De la manera habitual le extrajimos la depresión y se fue con una sonrisa en el rostro y al día siguiente me llamó para contarme que había dormido sin problemas (eso es algo normal cuando se hace un procedimiento así). Pero la parte interesante del caso ocurrió ochos días después, en el consultorio de la cliente, de la psicóloga, que pasó toda la hora de la cita analizando y examinando a mi amiga, con toda la batería de herramientas con que cuenta una psicóloga profesional, para terminar diciéndole que no le parecía posible que amiga hubiera perdido a su madre un mes antes porque ella no mostraba ningún síntoma de depresión y que, es más, no parecía ni que el evento hubiera ocurrido.

No es la única ocasión que he visto este tipo de respuestas de psicólogos después de revisar a alguien que ya pasó por CIATEB o que puso en práctica lo que aquí sabemos. La razón de este tipo de comportamientos es porque una emoción consta de dos componentes; 1) el estímulo sensorial que la genera y, 2) la respuesta orgánica. Para verlo de una manera más simple veré una emoción como una una película, que también consta de dos componentes; el vídeo y el audio, para que la película tenga sentido ambos deben reproducirse a la par. El vídeo es el equivalente al estímulo sensorial, es la imagen del momento. El audio es la respuesta orgánica, y esa, cuando se forma un trauma, se queda acumulada en el cuerpo, en ciertos puntos en específico, porque fue generada por ciertos órganos en específico (cada emoción es generada por un órgano distinto). Al momento que se extrae el trauma es como si le quitáramos el audio a la película y todo lo que queda es una película muda, la vemos y no tenemos ninguna respuesta emocional, no hay respuesta orgánica, ya no se acelera el corazón, ya no falta el aire, ya no se siente correr nada por el cuerpo, y el recuerdo se vuelve tan trascendente como ese día cualquiera que fuimos de compras y compramos lo de siempre.

Por cierto, sólo para terminar; mi amiga se asombraba de sentir el pecho lleno de orgullo cuando hablaba de las grandes cosas que hacía su mamá en vida. Parece que el cuerpo sí está hecho para guardar las cosas buenas, pero no las malas.

Si en algún momento alguien desea venir a aprender sobre esto comuníquese a CIATEB o conmigo, a través del blog, y será bien recibido, las puertas de CIATEB están abiertas para todo especialista de la salud o investigador que desee aprender o investigar sobre estos temas.

Y si quieren aprender más, antes de venir, pidan el libro "El Sistema Circulatorio Emocional" (disponible también en versión electrónica en Amazon).

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