Los problemas de peso y la infelicidad.

Nací en una época en la que no existía el comentario políticamente correcto y en mi infancia al gordo le decíamos gordo y le decíamos flaco al flaco. Después pasamos a la pubertad y esos niños gorditos, compañeros míos de juegos, travesuras y estudios en la infancia se convirtieron o en adolescentes gorditos, buena onda, o en jóvenes reservados, que se aislaban de nuestro grupo. En cuanto a las chicas pues... era inolvidable la "gordibuena", "la gordita calenturienta", esa chica con exceso de peso a la que con una cerveza, o un refresco en el cine le bastaba para convencerla de que eras una buena opción para un beso, un manoseo o un acercamiento sexual en lo que terminaba la película o la fiesta. Pero después, en el salón de clase, o platicando en la calle, me terminaba enterando de muchos problemas que tenía en su casa esa chica.

Hoy, tras todo lo que hemos descubierto en CIATEB, entiendo lo que ocurría con esos niños y jóvenes con los que crecí; tenían depresión. Y no escribo esto porque ahora, treinta y tantos años después, me sienta mal por haberle dicho en mi infancia gordo a un niño con exceso de peso, o flaco a un niño con falta de peso, ni por ninguno de los adjetivos que utilicé. No. Escribo esto porque es importante entender que uno de los primeros síntomas que presenta el cuerpo ante un trastorno emocional es la variación en el peso.

Y es que hay que tener bien entendido que un trauma emocional es, técnicamente, el bloqueo de uno de los Centros de Transmisión de Emociones (el cuerpo cuenta con 6 CTEs), y los CTE son los controladores de los procesos hormonales del cuerpo, así que un trauma emocional va a repercutir indudable e inevitablemente en los procesos hormonales causando descompensaciones en las hormonas, en los procesos hormonales, y, con ello, alteraciones en los procesos orgánicos, y una de esas alteraciones es el peso, y puede ser a la alta o a la baja (no voy a entrar a explicar los procesos crónico degenerativos que se generan al formarse un trauma emocional porque ya he hablado de esto en otros textos, ejemplo; "Las enfermedades invisibles y los trastornos emocionales"). Además, si consideramos que un trauma ocasiona que el cerebro esté recibiendo todo el tiempo esa señal de alarma y una parte de él esté dedicada todo el tiempo a pensar en cómo solucionar el problema para apagar esa alarma (porque las llamadas emociones negativas no son más que alarmas de problemas que hay que resolver, no botones que hay que desactivar para no ver la lucecita roja vibrando en el tablero) no nos queda más que aceptar que no existe "el gordito feliz". Y esto es algo que va mucho más allá de la complexión física, porque no es que sea infeliz por su gordura, o su flacura, es que su infelicidad se refleja en su sobrepeso o en su falta de peso, y esto es una verdad técnica ante una realidad orgánica.

Ahora, tampoco quiero decir que las personas con problemas de peso no tengan derecho a ser felices o no puedan ser felices algún día, ni que quitándose los traumas van a ser felices instantáneamente (porque al quitárselos sólo tienen menos impedimentos para serlo, y no es lo mismo tener menos impedimentos para ser feliz que ser feliz). En realidad quiero decir dos cosas:

1) Mientras no se hayan quitado esos traumas orgánicamente están imposibilitados para ser completamente felices, y;

2) si sus hijos empiezan a presentar problemas de peso la respuesta correcta no es el nutriólogo, es hablar con ellos para evitar que esos traumas se consoliden, y si no pueden hablar con ellos busquen ayuda de profesionales de la salud mental; psicoterapeutas o psicólogos y les van a evitar muchos problemas en el futuro.

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