El comportamiento orgánico de las emociones (parte 3)

 Para entender el comportamiento orgánico de las emociones es indispensable sacar las emociones del cerebro, entender que las emociones se procesan en el cerebro pero no se generan en el cerebro (salvo un par de ellas).

El cuerpo está divido en seis secciones emocionales, en cada una hay un órgano que genera una emoción positiva (que es la señal de funcionamiento correcto del cuerpo), una señal negativa (que es una señal de alarma que indica que estamos en un entorno dañino) y un centro de transmisión de emociones (por el cual salen estas señales generadas por los órganos hacia el campo biomagnético para que puedan ser recibidas por el cerebro a través de un centro de recepción que se encuentra en la coronilla y que está conectado a la glándula pineal).

Cada sección transmite en específico su par de señales. Un trauma emocional es, técnicamente, el bloqueo de un centro de transmisión de emociones, y sólo se bloquean por las señales negativas, por las señales de alarma, por el exceso en éstas o por la incapacidad del cuerpo para procesar una cierta cantidad de esta señal/substancia. Así, tenemos traumas por sustos, frustración, tristeza (se conoce como depresión), ira, ansiedad y culpa (los miedos, o el miedo, tienen un comportamiento muy distinto y no parecen ocupar este canal biomagnético para transmitir su mensaje así que los dejaré para otra ocasión). Los sustos nos bloquean el centro de transmisión localizado en la frente, la frustración el de la garganta, la tristeza el del pecho, la ira el del estómago, la ansiedad el del ombligo y la culpa el del vientre.

La razón por la cual se genera el bloqueo es muy simple; una vez que se genera la emoción por el órgano el cuerpo da un cierto tiempo para eliminar esa carga tóxica en estado fluido (que es una emoción natural) y evitar así que el órgano que la generó colapse. Si ese tiempo transcurre (que es en promedio entre 2 y 3 semanas) el organismo compacta la emoción fluida concentrándola en un estado semisólido que no puede ser procesado por el propio organismo pero que libera al órgano que la generó de esa carga magnetoestática. A partir de ese instante comenzará un proceso de intoxicación del cuerpo en general que conllevará al desarrollo de una enfermedad crónico-degenerativa (Parkinson, Alzhaimer, Fibromialgia, Esclerosis Múltiple, Cáncer, Hipertensión, Diabetes, Artritis Reumatoide, Depresión y una amplia gama de enfermedades de esas que ahora se llaman "invisibles").

Aquí voy a romperle el corazón a muchos (científicos y charlatanes), porque el cuerpo humano no tiene capacidad para procesar esos semisólidos magnetoestáticos concentrandos o librarse de ellos por voluntad propia. Es decir, no importa cuan optimistas se pongan ni cuántas veces repitan frente al espejo, o en el sillón de un terapeuta, "¡estoy bien!", ese bloqueo seguirá ahí, ni tampoco les sirve pasarse unos imancitos por la frente, no desbloquearán el centro de transmisiones (de hecho algunas terapias con imanes logran desfogar un poco la presión magnetoestática interna pero; 1) no resuelven el problema y, 2) no estoy seguro si canalizan a otra parte del organismo esas toxinas provocando una mayor cantidad de órganos intoxicados a largo plazo).

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