Un caso de Esclerosis Múltiple

 Bajó de un taxi, no quiso tomar un Uber porque se habla muy mal de ellos en Cancún, la ciudad donde vive.

Su caminar era dubitativo, tembloroso, no por sus 60 años de edad, ni por los más de 1300 km recorridos para llegar a este pequeño lugar en el Estado de México, ni por las 5 hrs que llevaba viajando desde que salió de su casa rumbo al aeropuerto esa mañana, ni por el hambre que la atosigaba (porque no había comido nada durante el trayecto). No. Su caminar era así desde hacía años porque sus piernas temblaban debido a la Esclerosis Múltiple, padecimiento que hacía 5 años le habían diagnosticado y el cual había sentido como evolucionaba minando su salud al menos 5 años más, ese padecimiento que le había hecho realizar este viaje con la esperanza de ser curada. Saludó con voz dubitativa también, que se atoraba en las sílabas, también por culpa de su maldito padecimiento.

El lugar no era como lo imaginaba. Las personas que la recibieron no eran como las imaginaba, incluso parecían normales. Siguió un protocolo de desinfección por la COVID y pasó a un pequeño consultorio. Mientras se recostaba en la cama pensaba; "¿en qué momento me meterán debajo del enorme microscopio? ¿Y dónde está el enorme microscopio?"

Afuera había ruido de gente, un ligero rumor que se colaba por el ambiente, y a pesar de estar tan al fondo contrastaba con lo que la voz de cerca le decía pidiéndole que realizara una sencilla rutina de respiración para que se tranquilizara. Nada era como lo imaginó al comprar el boleto de avión. "¿Y si me duermen? ¿Y si es una secta y me sacrifican y ya no despierto?" El siguiente "¿y si..?" la hizo romper el silencio y preguntar en voz alta... y su voz ya no temblaba, y le movieron las piernas y los pies y nada de esto le dolía. "¿Y si estoy soñando?", pensó, y su mente extrañamente se puso en blanco y una enorme paz la invadió. Después se quedó dormida.

Hoy despertó en Cancún, y recuerda como un lejano sueño lo ocurrido ese fin de semana, y como una pesadilla que los doctores le hubieran dicho que padecía Esclerosis Múltiple, que estaba condenada, cuando alguien la ve caminar o la escucha hablar sin temblar y le pregunta por su enfermedad, a mitad del camino a la playa o al centro comercial.

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